Llueve en Santiago,
mi dulce
amor. Camelia blanca del aire
brilla entenebrecida al sol.
Llueve en Santiago
en
la noche oscura.
Hierbas de plata y de sueño
cubren la vacía luna.
Mira la
lluvia por la calle, lamento de piedra y cristal.
Mira el viento desvanecido,
sombra
y ceniza de tu mar.
Sombra y ceniza de tu mar, Santiago, lejos del sol:
agua de
la mañana antigua
tiembla en mi corazón. “Madrigal
a la ciudad de Santiago”, Federico García Lorca.
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